El río Eo trae alegrías de pescador, tristezas de inundación y leyendas de aguas anegadas.

Hace muchos años, en la zona de Abres donde el río buscó nuevo cauce dejando una zona del nuevo recorrido cenagosa y llena de hierbajos, apareció la leyenda de “el bicho de la charca” que despertó el sopor y el frío de la Asturias del Eo, río y ría.

En este mundo rural de la cabecera de la río del Eo comenzó a hablarse, entre murmullos, de un espectro cuyo sonido era aterrador. Las versiones fueron múltiples, desde almas en pena, hasta un dragón alado.

La oscuridad creó una sombra espectral y la fantasía humana le dio nombre, figura y aullido. El “Bicho de la Charca” es alimaña monstruosa, bicho burlón e inteligente, sombra subacuática, criatura volátil entre cormorán y cisne y fantasma grande y negruzco, con dedos fuertemente ungulados y bramidos de dragón volando sobre la maleza. Es un monstruo de la oscuridad.

Dícese que un campesino que paso cercano fue atacado por un grito feroz, asusto al ganado y apresuro el paso de la pareja viajera. También un grupo curioso, sobre una camioneta de la época, sufrió otro espeluznante ataque, ya retirándose de la búsqueda del fantasma desafiante.
Exploradores sobre una barca, en un intento de de captura, intuyeron bajo el agua turbia, la sombra huidiza y el quejido gutural.

Curiosos, sacerdotes y expertos sintieron el ente e iniciaron la leyenda propia que hoy, olvidada puede saltar, con alarido, al caminante embelesado por el río creador de fabulas.

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