Oviedo tiene una larga historia que ha dejado huella perenne en la ciudad, con un patrimonio único.
La fundación de Oviedo se remonta al año 761, cuando un monje llamado Fromistano junto con su sobrino fundó un monasterio benedictino. Posteriormente el rey Frunela fundó en las mismas tierras su palacio y varias iglesias, que fueron destruidas durante la ocupación musulmana. Frunela desplazó la corte a Oviedo.
Durante el reinado de Alfonso II, la capital del reino era en Oviedo. Se construyeron en estas tierras las joyas del prerrománico asturiano, como la de San Julián de los Prados. Oviedo se convierte en centro de peregrinación y se inicia la construcción de la Catedral. Los siguientes reyes dotaron a Oviedo de muchas otras riquezas arquitectónicas. A la muerte de Alfonso III la corte se traslada a León con lo que termina la época de grandeza.
En el siglo XIV se amplia la Catedral y en el siglo XV se constituye la Junta General del Principado. Durante los siglos XVII y XVIII, Oviedo se encuentra en uno de sus mejores momentos económicos. Muestra de ello son los grandes palacios y casonas de la época. Además se abre la universidad, se crea el hospicio y el Hospital Real. Oviedo se convierte en el centro económico y político de Asturias.
En el siglo XIX la fábrica de armas y la minería daban muchos puestos de trabajo. La Guerra Civil del 36 produjo muchos destrozos en la arquitectura ovetense, muchos de los cuales fueron reconstruidos. A finales de este siglo recupera la sede de la Junta General del Principado.
En el siglo XX Oviedo está considerada una ciudad cultural, y su casco histórico uno de los más hermosos e importantes del norte de España.