En el pequeño pueblo de Ablaneda situado en  la Sierra de Carrales, frente al cordal de Las Traviesas hay un embalse que los vecinos llaman Pozo de Fullaricos. Según los más viejos del lugar, en las oscuras aguas del lago se podía distinguir una gigantesca viga. Esta viga podría ser el resto de alguna antigua instalación minera, pero para los aldeanos era la viga de un palacio sumergido.

Según cuenta la leyenda, donde hoy está el Pozo de Fullaricos se levantaba un enorme palacio. En él vivía un noble y rico viudo, con una hija muy hermosa que era pretendida por los muchachos más apuestos de la zona.

La niña de Ablaneda era además de bella muy virtuosa. Sin embargo en su pecho comenzó a crecer la envidia porque en Belmonte, en un palacio como el suyo, vivía una moza mucho más hermosa que ella.

Atento a cualquier oportunidad el mismísimo diablo se le presentó una tarde y le dijo:

    -Sé que sufres porque dicen que la dama que vive en el Palacio de  Belmonte es más guapa que tú. Yo vengo a hacerte un trato, si me das tú alma, no solo serás la más bella de la comarca, serás la mayor belleza del mundo.

La chica sin pensarlo mucho aceptó.

Días más tarde, la llamó su padre y le dijo:

      -Hija mía, hay muchos caballeros que me piden tu mano, a cuál más apuesto, noble y rico.
      -Lo sé padre.
      -Entonces ¿Qué decides?
      -Lo que usted diga, padre.
      -Bien, hija mía. He pensado conceder tu mano al caballero que primero traiga al palacio el agua del Pozo Verde de La Espina.
      -Bien, padre.

La proposición del señor llegó a toda Asturias e incluso fuera de ella, varios días después se presentaron en el palacio tres caballeros, dos eran apuestos y gentiles y el tercero enano, feo y desaliñado.

Los dos galanes trabajaban sin descanso para traer el agua mientras que el enano se pasaba los días debajo de un manzano sin hacer nada.

Al cabo de unos días las dos acequias ya estaban muy cerca de la casa, con solo un día más de trabajo el agua llegaría al palacio. Al día siguiente, ante la sorpresa de todos, el enano hizo durante una sola noche lo que no había hecho en una semana. Había ser el primero en conseguir que el agua del puerto llegara hasta la casa.

El pretendiente enano se presentó ante el señor de la casa y le dijo:

    -Señor, he vencido, con lo que reclamo la mano de vuestra hija.

El padre de la niña, cabal y fiel a su palabra no tuvo otra opción que ceder a las pretensiones del extravagante enano que como el lector habrá adivinado no era otro que el mismo demonio, que había acudido a cobrarse el alma de la niña.

Entonces la muchacha, terriblemente aterrada y arrepentida de su pacto exclamo:

    -¡Permita Dios que se hunda el palacio antes que yo me case con este diablo!

El palacio se hundió y se formó el Pozo de Fullaricos.

Desde aquel entonces, según los vecinos del lugar, no han dejado de aparecer vigas y otras maderas del palacio sumergido.

Deja una respuesta