El día más largo, la noche más corta, equinoccio de verano. Fuego, hierbas, velas, pócimas, prodigios, hechizos, conjuros, deseos, bondades… ¡Magia!
Tierra, Aire, Fuego y Agua se unen en la noche de San Juan para deleitar nuestros instintos animistas, recuerdos genéticos de un pasado remoto que ni el progreso ni la tecnología han conseguido borrar.
Se cuenta que en la noche de San Juan, los cuélebres quienes tienen prisioneras a la Xanas, pierden su poder mágico y caen en un profundo sueño, por lo que al alba la Xanas salen de sus cuevas coronadas de rosas blancas bailando en círculo alrededor de la Xana reina y cantando el nacimiento, con los primeros rayos del sol, de la flor del agua.
Flor que solo dura un instante y que traerá amores al que lograra cogerla en ese momento. En varios concejos asturianos era costumbre que fueran las mozas de un pueblo a quitar la “flor del agua” a las de otro cercano, lo que ocasionaba grandes riñas y peleas. En otros lugares, la moza se acercaban a las fuente y manantiales para enramarlos y adornalos con flores como señal de que había logrado coger la flor del agua y se casaría ese mismo año.
Para que uno las pueda reconocer en esa noche mágica, diremos que la Xana es una diosa que habita en los bosques de Asturias en las cercanías de las fuentes, arroyos y lagunas. Quien las ha visto, afirma que tienen la apariencia de mujer, son extremadamente bellas, de pequeña estatura, con larga cabellera rubia que habitualmente peinan con su peine de oro, mirada fascinante y hermosos ojos azules.
Se cuenta que están encantadas, rehenes en su cueva del espantoso Cuelebre,no pudiendo salir de su guarida hasta que alguien sea capaz de vencerle y desencantar a la Xana. El afortunado será recompensado con su amor y con los tesoros y grandes riquezas que guardan.
Se dice que si en la noche de San Juan, durante el sueño del Cuélebre pasa por allí una persona, se acerca a la Xana y le dice:
“Toma nuestra riqueza y danos tu pobreza.”
Si en aquel momento tira una medalla en la fuente o les entrega a ella un objeto bendito, quedan desencantadas. Pero si no hace esto, al salir el sol, despierta el Cuélebre y la Xana vuelven a su encantamiento.