Nuestra primera parada la haremos en la localidad de Trevias, segundo núcleo en importancia del municipio, donde resulta de interés la iglesia parroquial de San Miguel. Aunque el edificio responde a una cuidada reconstrucción del siglo XIX, conserva como recuerdo de su dilatada historia un sepulcro gótico, valiosos retablos barrocos y, sobre todo, su lápida fundacional de principios del siglo XI, vestigio palpable de un origen que la leyenda atribuye a las monjas del convento de Trieves de Ayones, que habrían llegado a este lugar buscando refugio.
Unos kilómetros aguas arriba, justo en el cruce hacia San Pedro de Paredes, el núcleo rural de Brieves conforma uno de los reductos etnográficos más vistosos de todo el Principado. En sus calles, entre viejas casas de piedra, se descubren hórreos y paneras que presentan la sugestiva peculiaridad de estar comunicados directamente con la vivienda, situada al otro lado de la calle, por pintorescos pasos elevados formados por arcos de lajas de pizarra. En el pueblo se conservan hasta ocho de estos arcos que dan lugar a otros tantos rincones de innegable belleza. Además, hay que ver la casona de finales del Medievo conocida como La Torre, una maciza construcción defensiva que perteneció al linaje de los Abella.
Desde Brieves la carretera se ve forzada a describir un gran rodeo para librar el impenetrable tajo de las Hoces del Esva (Monumento Natural) y poder acceder a la fértil vega de Paredes, refugio de algunos de los últimos cesteros y artesanos de la madera de la comarca. Poco antes de llegar a San Pedro de Paredes, un desvío señalizado a la izquierda nos conduce a la aldea de La Vega.
De este diminuto villorrio arranca la senda que lleva al inverosímil emplazamiento del dolmen de Restiello, mágico lugar para un enterramiento neolítico en una repisa peligrosamente colgada sobre el cañón del Esva. A su lado un cortín todavía protege un cúmulo de colmenas de una más que improbable incursión osera.
De vuelta al atractivo caserío de blancas fachadas y tejados azulados de San Pedro, seguimos la carretera local entre prados de siega y cultivos arados hasta Longrey. Utilizando el camino entre esta localidad y Bustiello, podemos acceder a un profundo meandro del río Esva, en una zona que ofrece buenas oportunidades para contemplar los desplazamientos contracorriente de los salmones al final del invierno y en la primavera.
Buscando la salida del valle del Esva por Ovienes, pueblo precedido por un imponente menhir hincado al borde de la calzada, podemos finalizar nuestra incursión unos kilómetros más adelante, en la aldea de Naraval, ya en tierras de Tineo. Allí podremos visitar un joven pero completo museo dedicado a los Vaqueiros de Alzada, singular grupo social de notoria presencia en este tramo costero del occidente astur. Finalmente, desde Naraval, la comarcal AS-219 nos llevará de vuelta a la orilla del mar.
Texto: Guía de la Costa Asturiana (Guías Cajastur)